RUTA DEL AGUA - NOVIEMBRE 2012

martes, 27 de noviembre de 2012

Mensaje


Bueno, ahora con más tiempo, y dado que José Mª las espera como agua de mayo, ahí van unas cuantas letras de la Ruta de Guillena:

La del Agua ha sido la primera, espero, de una serie de rutas en las que podremos disfrutar del deporte, de la naturaleza y de la amistad entre los que compartimos aficiones tan similares.

En esta ocasión, llegamos a la tierra de Curro Romero y del Betis a primera hora de la mañana. Como debe ser, antes de nada, a comer, que para eso aún no es esto Alemania, aunque poco le falta. Y puestos a dar trabajo a las tripas, nada mejor que una buenas tostás en un bar adornado por un cartel del Betis. No podíamos empezar con mejor pie (o pedal).

Una vez bajadas de los coches las bicis, cosa nada fácil porque el portabicis del cochazo de Juan R. es de los que deben venir con un manual de instrucciones de muchas páginas y, tras un animoso debate respecto a si ropa larga o corta, manguitos o camiseta térmica, barritas o geles… y galgos o podencos, nos pusimos en marcha.



Pronto tomamos el primer desvío desde el Cordel de la Cruz de la Mujer (vaya nombrecito) hacia un carril, inicio de la Ruta del Agua, perfectamente acondicionado para rodar, que nos llevaría paralelo al río Huelva entre pinos, encinas y los siempre presentes quejigos. Un carril por el que transitar plácida y bucólicamente, a no ser porque algunos ciclistas en contramano pudieron darnos algún sobresalto morrocotudo. 

Siguiendo éste hay un primer punto de interés con información sobre la ruta y que es parador, merendero y meadero (por supuesto). Más adelante y, desviándonos 400 m. por un senderito sinuoso y tras subida por un repechón con todas las piedras de la comarca juntas, llegamos a un mirador, que, lástima, los gamberros (o la Merkel) han ido desmantelando, pero que aún así hace posible un descansillo desde el que poder exclamar un: “¡ostia, qué bonito!”. Allí, tras varios intentos, logramos hacernos unas fotillos de grupo, porque para eso Juan R. llevaba una cámara fashion de verdad (en consonancia con su bici y con su coche). Y, seguidamente, Fernan nos puso el corazón en un puño, sobre todo a mi que le he comprado la bici nueva, al bajar el repechón pedregoso por el que una cabra montés dudaría coger. Parece que hay gente a la que la fuerza de la gravedad no le afecta de igual manera que al resto de los mortales, Javier. “¡Niñoooo que te vas a “ehcoñá”!. Salvi y Ramón no hubieran resistido la tentación de probar también. 

Nos volvimos a poner en marcha al instante y José Mª repetía por enésima vez: “vosotros, correr, que yo voy haciendo fotos”. Se hartó, aunque él quería más. 



Más adelante, llegamos a un punto emblemático de la Ruta: “La Cantina”. Lugar en el que reponer fuerzas, pero si no te dan miedo los perros, porque allí los hay más que donde los hacen. Tras intentona frustrada de parar, porque no nos daba tiempo, enfilamos la “Cuesta del Toro”. Los más fuguillas se lo tomaron como si arriba puntuara para el Gran Premio de la Montaña, mientras otros la “negosssiamos” poco a poco. La tentación de extender la mirada al fondo, donde todo parece una primavera anticipada, era irresistible. En ese momento, Fernan encontró un GPS último modelo , pero cuando se imaginaba a los Reyes Magos por adelantado, apareció un muy amigo del que lo perdió. Y digo lo de muy amigo, porque "despedaleó" no sé cuántos km para buscarlo. Tuvo suerte. Mientras, Manolo “rajando” de que allí “las cuestas son todas p´arriba”. Qué exagerado. Y es que va dando tirones, lo que consume mucha más energía. “¡Ánimo, Manuel, que aún queda lo peor (o mejor según se mire)”.

Un poco más allá llegamos a los tan temidos, por uno más que por otros, toros de lidia. José Mª parecía que tenía delante a la mismísima Troika. Unos bicharracos, que están condenados a la suerte de ver pasar ciclistas sin poder ser empitonados. Les consuela tal vez saber que más tarde el “Scalextric” hará el trabajo por ellos. Allí, una vez más, nos hacemos fotos, pero sin perder de vista a uno de los astados, negro bragao y meano, al que el propio Juan Lozano habría adoptado y José Mª perder de vista.
Luego llegamos a los Lagos del Serrano, donde aburro a los que aún tenían la paciencia de escucharme, relatando la historia de un día de baño estando medio escayolado allá cuando uno tenía edad de dudar de que el cuerpo humano pudiera tener huesos. Y poco después llegamos a El Ronquillo, donde hay una tiendecilla chica chica en la que pueden sacarse bocadillos grandes grandes. Yo mismo me despaché uno de mortadela, que no pasaría un control antidoping. 

Y a partir de ahí, una bajada escalofriante hasta la Vía del antiguo Tren Minero, que Fernan la hizo más aún escalofriante aún, casi a punto de arrastrar la rodilla en las curvas. La mare (y el pare) que lo parió. Tampoco Manolo y Lolo bajan mal. Lo del primero de éstos, definitivamente, son las cuestas abajo. Sin embargo, Los del Coloma se lo toman con tranquilidad, que para eso son funcionarios, ¡coño!

La Via del Tren Minero, preciosa, Domingo, con un gran lago a un lado y mucha vegetación al otro. Un paisaje de postal, de los que tanto gustan al de "Las Josefinas". Mientras, José Manuel, arreglando (o lo que sea) el piso con la novia. En fin, "hay gente pa to"". 



Más tarde, enfilamos la tan temida en tiempos del "Cuéntame como pasó" cuesta de la Media Fanega , que Lolo, tras consulta cibernética, nos ilustró respecto a sus dimensiones en cristiano, o sea, unos 2.112 m2. Y luego, la primera carreterilla que hubo en esa zona y que, tras suave descenso, nos llevaría de nuevo a la presa sobre la Rivera del Huelva, primero, y a La Cantina, después. Ahí ocurrió la única avería mecánica, que no de la otra, del día: un vulgar pinchazo por abrojo de José Mª, bueno, de la bici de éste. Y es que por algo la palabra resulta de las de “abrir los ojos”. Adviértase de que, aunque no es tiempo de abrojos, esta atípica primavera nos depara sorpresas como ésa y ningún candidato mejor a pinchar que míster Kodak.

Una vez reparado, continuamos la marcha, entre barritas, plátanos y demás tentempiés. Y falta que nos harían, porque poco después apechugamos con el famoso y temido “Scalextric”. Se trata de una cuesta larga para unos y canalla para otros. Y ahí Juan R nos mostró su gen escalador y subió a la velocidad a la que otros bajamos. Ante tanta exhibición, me piqué, pero no logré verle el rastro al otro Pantani. Al rato, tras presenciar la llegada del rosario de ciclista que parecían suplicar “el rescate”, nos juntamos todos arriba y con ganas de besar el suelo. 

A partir de ahí, un suave y largo descenso con ganas ya de devorar el posterior plato de papas fritas acompañadas de “jervejas” fresquitas. Y así fue mientras comentamos las incidencias del día, los paisajes, las pericias de Fernan, la persistencia de Javier, el afán de tirar p´alante de Joaquín, el pundonor de Manolo, el buen día para lucir el maillot de los MTBV de José Mª, lo metrosexual que resulta Juan R. y la generosidad en el esfuerzo de Lolo. En fin, un poco de todo. Pero no mucho, porque la tierra del sherry y Fernando Alonso nos esperaban. Así que, al rato, y tras recuperar fuerzas, “cada mochuelo a su olivo” y a pensar en la próxima, que dios quiera que sea pronto: ¿Cazalla?, ¿Picacho-Peguera?, ¿Los Caños?, ¿Corredor Verde del Guadiamar?, ¿Castilblanco de los Arroyos?…o la que ustedes prefieran, señores.

Gracias.  

Fernando.

El Espíritu Manteka

El Club Deportivo Manteka nace de la amistad y de la pasión por la naturaleza y el deporte. Surge como espacio de encuentro, a veces el deporte es sólo un pretexto, de buenas personas con planteamientos vitales parecidos. Nuestro vínculo inicial fue la bicicleta de montaña, aunque pronto descubrimos nuevos "horizontes"; senderismo, orientación, carrera, du y triathlon, etc.

Durante estos años, el C.D. Manteka ha ido creciendo y enriqueciéndose gracias, principalmente, al encuentro con otros clubes, entidades y personas con fines parecidos. Pero sobre todo, nuestro mayor logro durante el tiempo transcurrido, ha sido consolidar nuestra amistad.


Defendemos el "Espíritu Manteka", como aquel esfuerzo personal que se encamina a ayudar al otro. Por muy diversos motivos, sabemos que somos personas privilegiadas, de ahí que desde el Manteka, nos ofrezcamos para aquello que, en la línea de nuestros principios, podáis necesitar; desde compartir rutas e informaciones, hasta realizar colaboraciones en eventos, pasando por la organización y participación en pruebas, etc.

En la confianza de saber que pronto nos encontraremos en los caminos, recibid un afectuoso saludo.



....

...